Río de Janeiro, 15 de agosto . Había que ver lo contento que estaba Arturo Chavez Korfiatis no solo con su participación, sino principalmente con todo lo que le tocó vivir en el lapso de esas dos horas en las que compitió en el salto alto.
Fue tanta su alegría que ni el haber quedado eliminado tras totalizar siete saltos le impidió despedirse del público asistente al estadio Joao Saldaña con un voltereta sobre la colchoneta.
El peruano, uno de los últimos en conseguir su clasificación, dejó su sello en dos metros y 22 centímetros -marca que pasó, por cierto, en su primer intento- y se fue con un resultado alentador: el mejor saltador de altura de los últimos 20 años en citas olímpicas, mejorando lo que hicieron tanto Hugo Muñoz en Atlatna 96 y Sídney 2000, como Alfredo Deza Ganoza en Atenas 2004.
"Ha sido una experiencia fantástica. Nunca me había pasado esto de saltar a estadio lleno, quizá solo una vez en Santiago de Chile en unos Juegos Suramericanos, pero lo de hoy no tiene precio. Y lo mejor es que me sentí bien", comentó ya en la zona mixta al puñado de periodistas peruanos que llegaron a verlo.
PRIVILEGIADO TESTIGO DE TRES HECHOS HISTÓRICOS
Pero lo más curioso es que Chávez fue testigo durante su período de competencia de tres hechos históricos en el deporte olímpico y mundial. Es que entre salto y salto del peruano, Usaín Bolt ganó su tercera medalla de oro en los 100 metros lisos y la séptima en su cuenta personal; el sudafricano Wayde van Niekerk rompió el récord del mundo de los 400 metros planos que tenía desde el 26 de agosto de 1999 en la final de los Mundiales de Sevilla.
Y, por si fuera poco, Caterine Ibargüen se quedó con la medalla de oro del salto triple, dándole a Colombia la segunda presea de Rio 2016.
¿Arturo, Cuándo comienzas la preparación para el siguiente ciclo olímpico? Mañana mismo, yo voy a estar en Tokio, quiero clasficar, así que debo seguir esforzándome más. Con esta reflexión partió de regreso a la Villa Olímpica.