El peruano mantuvo el paso, y siguió a solo dos segundos del ahora cuádruple campeón olímpico, hasta la penúltima vuelta. “Luego ya no podía más”
Río de Janeiro, 20 de agosto
Había disputado una final olímpica. Y lo había hecho en el último día de competiciones y en la última prueba individual del programa. Corrió a paso firme y estuvo muy cerca del pelotón que al final lo vio terminar en el décimo tercer lugar de la clasificación.
El peruano cerró el grupo, pero los jueces entendieron que el canadiense Mohammed Ahmed, el estadounidense Paul Kipkemoi Chelimo y el etíope Muktar Edris se golpearon durante el último tramo y los descalificaron. Así pasó del 16 al 13 y la noticia la recibió Torrence en la zona mixta, esa suerte de laberinto que todos los deportistas deben pasar tras dejar la pista o el campo rumbo a los vestuarios, y que es el único contacto con la prensa acreditada. Sobre la medianoche, dos de ellos fueron readmitidos, por lo que la posición final de Torrence fue 15.
Fue la primera vez que un peruano se paraba en la línea de partida de una final olímpica. Y Torrence no se amilanó por ello. Planteó su carrera para seguir muy de cerca el paso del pelotón principal. “Pensé que la carrera iba a ser más táctica, lo que se acomoda mucho más a mi forma de correr”. Y lo hizo tan bien, que en las 10 primeras vueltas lo máximo que se alejó del líder fue dos segundos y 46 centésimas.
Lo compacto del grupo hizo que la carrera estuviera para cualquier, pero aún así, y siendo una prueba en la que se establecen muchas estrategias para alcanzar el liderato, se corrió a gran ritmo. Y el peruano, siguió el paso hasta los 750 metros de la meta cuando ya las piernas no le alcanzaron y comenzó a bajar el ritmo.
Cruzó la meta tras 13min43s12c a 40s16c del flamante bicampeón de la prueba y ahora cuádruple campeón olímpico, el británico Mo Farah.
La carrera fue un paseo por el parque para Farah. Comenzó, fiel a su costumbre cerrando el pelotón, y poco a poco fue escalando posiciones, para alcanzar las últimas dos vueltas y literalmente correr a su antojo, como tentando a sus rivales a que hagan algún ‘ataque’ tempranero. El británico cronometró 13min03s30c.
Farah repite así los títulos olímpicos en los 5.000 y 10.000 alcanzados hace cuatro años en Londres. Detrás quedó el etíope Hagos Gebrhiwet (13min04s35c) y tercero el estadounidense Bernard Lagat (13min06s78c).